La palabra ADVIENTO es de origen latín y quiere decir VENIDA, es el tiempo en que los cristianos nos preparamos para la venida de Jesucristo. Dicha festividad se celebra los cuatro domingos más próximos a la festividad de Navidad. Es el tiempo con que se inaugura cada nuevo Año Litúrgico.
El significado teológico original del Adviento se ha prestado a distintas interpretaciones. Algunos autores consideran que, bajo el influjo de la predicación de Pedro Crisologo (siglo V), la liturgia de Adviento preparaba para la celebración litúrgica anual del nacimiento de Cristo y solo más tarde -a partir de la consideración de consumación perfecta en su segunda venida- su significado se desdoblaría hasta incluir también la espera gozosa de la Parusía del Señor.
Según el Catecismo de la Iglesia Católica 522 (2013) señala que, la venida de Cristo a la tierra es un acontecimiento tan inmenso que Dios quiso prepararlo durante siglos. Ritos y sacrificios, figuras y símbolos de la <<Primera Alianza>>, todo lo hace converger hacia Cristo; anuncia esta venida por boca de los profetas que se suceden en Israel. Además, despierta en el corazón de los paganos una espera, aun confusa, de esta venida. Con un Adviento que duró cuatro mil años, henchido con el anhelo de todas las almas santas del Antiguo Testamento que no cesaban de pedir por la venida del Mesías el Salvador.
El Adviento es tiempo de preparación y esperanza. “Ven Señor y no tardes”
Los evangelios que se proclaman en estas celebraciones le recuerdan a la iglesia y a cada uno de los cristianos la necesidad de cambiar de vida, de convertirnos. Este es un tiempo para hacer con especial finura al examen de nuestra conciencia y de mejorar nuestra pureza interior para recibir a Dios. Es el momento para ver cuáles son las cosas que nos separan del señor y quitarnos todo aquello que nos aleja de Él. Es por eso importante… acercarnos al sacramento de la penitencia o reconciliación, para que se nos perdonen nuestros pecados.
<<He aquí que yo lo renuevo>> (Is 43, 19) “Ya es hora de que se despierten del sueño, porque ahora nuestra salvación está más cerca” (Rom 13, 11).
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